Hoy en Lieja, en presencia del primer ministro y la realeza belga. En Público hemos escrito ayer y hoy sobre ella.
A Santiago Calatrava le gusta comparar su nueva estación de tren en Lieja (Bélgica) con una catedral gótica. Según él, es la reinterpretación de la herencia del siglo XIX, cuando “las máquinas a vapor exigían grandes volúmenes” para no asfixiar a la gente. Su nuevo templo se inaugura mañana y pretende ser un “descanso” en “la rutina cotidiana”, declaró recientemente a la prensa belga. Tiene unas medidas acordes con su inspiración: 32.000 metros cuadrados de superficie cubierta, 10.000 toneladas de esqueleto metálico de acero y una bóveda de vidrio y hormigón de 40 metros de altura.
Ha costado 445 millones de euros y conecta a la ciudad de Delvaux con las principales capitales europeas a alta velocidad. Ayer, mientras un ir y de venir de obreros remataba los detalles, lucía así.